Recomanem aquest article i aquestes activitats per realitzar amb les vostres famílies!!
Gaudiu d'aquests dies!!!
Isa, Roser i Cèlia

Con la llegada de las vacaciones llegan los
irremediables deberes de verano. Hemos elaborado una lista de los que pensamos
que serían los mejores deberes.
El verano se acerca y muchos portales de educación se
llenan con montones de cuadernos y fichas para que nuestros hijos
realicen deberes de verano. Como ya sabéis aquellos que me seguís, yo no soy
partidaria de hacer deberes en vacaciones, creo que los niños deben
disfrutar y experimentar. Igual que los adultos necesitamos desconectar de
nuestro trabajo, los peques necesitan disfrutar de su tiempo de ocio.
Se que muchos padres y profesores consideran que el
verano es muy largo y que hay tiempo para todo, pero yo soy de las que
considera que ciertos aprendizajes se pueden y deben reforzar sin la
necesidad de encerrarse en una habitación a rellenar cuadernillos y libros. Por
eso he diseñado una lista de deberes que sí pienso realizar con mis
hijos este verano.
Lo especial de mis deberes, a mi entender, es que
tienen como fin principal el aprendizaje a través de la cooperación y la
interacción familiar. Estos deberes están pensados para analizar
situaciones nuevas y meditar acerca de los nuevos saberes que estamos
adquiriendo con ellas.
1.Bañarse en una piscina natural
Una de las actividades privilegiadas del verano es
bañarse en una de las muchas piscinas naturales que nos brinda la
naturaleza. Con esta actividad, además de disfrutar del momento de ocio que nos
ofrece el hecho de sumergirse en el agua, podemos aprender innumerables
conceptos sobre el medio como pueden ser: el ciclo del agua, la diferencia
entre el agua dulce y el agua salada, que es un manantial, etc.
2. Ver una puesta de sol o un
amanecer
Observar una puesta de sol o un amanecer puede ser una
de las experiencias más significativas para los pequeños, ya que es una de las
formas más visuales de entender el paso del tiempo, además de permitirnos ver
in situ el paso del día a la noche o viceversa. Este hecho suele pasar
desapercibido para los más pequeños, que sólo diferencian la claridad del día y
la oscuridad de la noche, sin pararse a analizar cómo ocurre.
3. Buscar el carro de la Osa Mayor
Una de las actividades que suele gustar especialmente
a los niños es aquella que les permite observar las estrellas. Aquellos que
viven en grandes ciudades no tienen la oportunidad de disfrutar de una noche
estrellada debido a la contaminación luminica por lo que suele ser un gran
descubrimiento. El carro de la Osa Mayor es uno de los conjuntos de estrellas
más fáciles de localizar, por lo que es una buena opción para buscar. Con esta
actividad, además de iniciarse en conocimientos de astronomía, trabajamos la
concentración y los ciclos temporales.
4. Dar forma a las nubes
A mi entender esta es una gran actividad para realizar
en familia. Con ella trabajamos la concentración y ponemos en marcha nuestra
capacidad de análisis de los conocimientos previos. Además, nos permite
disfrutar del aire libre y nos ayuda a poner en marcha la imaginación.
5. Visitar un museo de “prohibido
NO tocar”
Los museos concebidos como espacio para mostrar obras
de arte no suelen resultar atractivos a la mayoría de los niños. Por eso una
buena opción para los peques suelen ser los museos dónde la manipulación y la
experimentación les muestran de primera mano nuevos saberes. Nosotros hemos
visitado el “Museo príncipe Felipe” de Valencia y el “Cosmocaixa”de Barcelona.
En ellos los niños aprenden nociones de astronomía, biología, ecología, arte,
etc. de una forma muy significativa.
6. Enterrar los pies en la arena
Cuando hablamos de percepción sensorial somos
conscientes de que debemos abarcar las diferentes formas de percibir lo que
ocurre a nuestro alrededor. El problema viene cuando al pensar en tacto
centramos nuestras actividades en las manos, por esta razón, cualquier actividad
que trate la percepción sensorial a través del tacto sin utilizarlas es digna
de poner en práctica.
7. Preparar helados
La cocina es un hábitat a menudo desconocido por los
niños, a pesar de que es un gran laboratorio de experimentación. Muchos padres
son reticentes a que los niños cocinen por miedo a quemaduras o cortes, pero si
preparamos un helado a base de nata y sirope, sin necesidad de hervir, hornear
o cortar no tenemos excusa para que nuestros peques no cocinen. Con esta
actividad hacemos partícipes a los más pequeños de las responsabilidades de la
casa, como lo haríamos al encargarlos de poner la mesa o hacerse la cama.
8. Plantar semillas
Es una actividad genial para entender como nacen y
crecen las plantas. Para ello debemos plantar desde la semilla, de forma que
los niños vean el proceso y el paso de tiempo.
9. Pintar un cuadro
Nada más y nada menos. Pintar un cuadro, con su lienzo
y sus pinturas plantea al niño dos tareas nada fáciles. Por un lado precisa de
una gran creatividad y por otro de una gran ejecución. En primer lugar el niño
debe plantearse aquello que quiere pintar y luego debe trabajar con una técnica
desconocida hasta el momento.
10. Ver una ciudad a vista de pájaro
Es cierto que muchos pueblos no nos permiten hacerlo,
por lo que el verano es una gran ocasión para descubrir una ciudad desde
arriba. Cuando paseamos por las calles de una ciudad no somos conscientes de
las dimensiones que ésta puede alcanzar y una forma de hacerlo es poder ver la
ciudad entera desde algún mirador. Además, esta actividad nos permite empezar a
reconocer “mapas” mucho antes de entender su concepto.